El colapso se produjo en el fondo de un barranco, que quedó desde entonces dividido en dos tramos, de los que el superior todavía fluye, en momentos de lluvias, hacia el interior de la dolina, mientras que el inferior se quedó sin cabecera (Fig. 5).
Fig 5 – Dolina y barranco
La boca de la dolina tiene unos 80-90 m de diámetro y la profundidad de la dolina es de 107 m, estando ocupada por un lago los últimos 20-22 m. (Figs. 3, 5) rodeado de vegetación (Fig. 3). El nivel del agua está conectado con el freático del río Martín, y por tanto sujeto a las variaciones del mismo. Algunas grietas en los márgenes de la boca de la dolina y la forma extraplomada que tiene gran parte de la zona alta son buenos indicadores de que la evolución futura será por hundimientos y derrumbes de los escarpes superiores, por lo que no es conveniente aproximarse demasiado a los bordes en determinadas zonas. Los puntos de observación más habituales son la parte inferior (sector sur, punto 1 Fig. 3) y la zona norte (Fig. 3 punto 2), a donde se llega en coche en ambos casos. Por otra parte, se puede circunvalar por una senda siendo poco recomendable en su tramo oriental.
El interior, umbroso y húmedo(Fig. 6), es un buen refugio para las aves, que pueden aprovechar los huecos y repisas de la roca para anidar. Constantemente revolotean chovas piquirrojas, vencejos reales, grajas, palomas bravías, estorninos, aviones comunes, gaviones chillones, etc. Por otra parte, en la sima se han registrado hasta 7 especies de murciélagos. Antiguamente se bajaba al interior de la depresión para recoger el guano (Mina del Jardín), quedando todavía el torno metálico colgado en lo alto de la pared norte (Fig. 4) como resto de esta actividad, aún utilizado para descender en trabajos científicos y algunas actividades deportivas.